domingo, 2 de abril de 2017

El hombre perfecto, Parte 2

Cada lunes, recién entrada la mañana, se repetía la misma historia. Apenas había cruzado las puertas del instituto, pero sus compañeros ya le habían rodeado por completo, cortando su camino hacia la clase. Deseosos por saber cómo había ido su fin de semana, no le dejarían avanzar hasta escuchar de su boca las últimas noticias, recién salidas del horno. Lejos de molestarle todo aquel teatrillo que se formaba siempre a su alrededor, no había nada mejor para su ego que ver cómo la admiración brillaba en los ojos de los demás. De hecho, presumir de sus aventuras amorosas delante de todos era, para él, incluso mejor que vivirlas. ¿Por qué se iba a comprometer con alguna de esas chicas?, ¡ser el rey de la clase no tenía precio!
Sin embargo, durante varios años parecía haber olvidado que su vida un día había sido así. Una de aquellas chicas, con las que tanto le gustaba jugar, logró robarle el corazón, y tal vez algo más que eso. Ella fue modelando poco a poco su carácter, con una gran sutileza, mientras la felicidad iba cegando cada vez más los ojos de él. Su rebeldía pronto fue desterrada, y la humildad acabaría ocupando al fin el lugar de su arrogancia. El resto, sería cuestión de tiempo, hasta que finalmente se convirtió en el hombre perfecto. Y aunque al principio sus viejos amigos fueron los únicos en notarlo, él mismo acabaría dándose cuenta, cuando empezó a hacer muchas de esas cosas que siempre había odiado, sólo por ella. Cada vez que se peinaba esa ridícula ralla a un lado, o cuando vestía con aquel anticuado jersey que ella misma –cómo no le había regalado, algo se removía de arriba abajo en su interior, sobre todo cuando sus amigos se divertían a su costa. Con el paso del tiempo, su cabeza terminaría convirtiéndose en una olla a presión, una bomba de relojería que, algún día, tendría que estallar.
La explosión llegaría cuando nadie lo esperaba, justo en medio de aquel local al que tanto iban –por supuesto, sólo porque a su "amor" le gustaba–, y delante de la mirada atónita de todas las amigas de ella. Después de reventar contra el suelo las jarras de cristal que acababa de pagar, de su boca ya no saldrían más versos de amor. Los duros reproches dejarían sin palabras a su chica, y a todos los presentes con la boca abierta, ¿podría haber una liberación mejor? Sin embargo, los cristales rotos y la rabia de aquellas palabras no llegarían a salir de su imaginación. Toda su frustración se convirtió, una vez más, en aquella cínica y seductora sonrisa que tanto le gustaba a todo el mundo. Al fin y al cabo, él era el hombre perfecto por el que todas sus amigas suspiraban.

Grease Randal Kleiser John Travolta
Foto: Grease (1978) Dir. Randal Kleiser

2 comentarios:

  1. Hola, esto es una historia o hablas de que, perdón por la distracción, pero bueno te sigo desde ahora mismo, un saludo.

    http://irresistibleleer.blogspot.mx

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    1. Hola Armando, es la segunda parte de un relato, puedes leer la primera parte en el enlace al final de la entrada. Un saludo!

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